L a c A s A d E t e R e S a

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Impresiones del juicio por Teresa Israel

La siguientes palabras las escribió la compañera Claudia Korol luego de participar junto a Mirta Israel de los juicios que se están llevando adelante sobre causas referidas a la ultima dictadura cívico-militar, en este caso en referencia a los Campos clandestinos de detención de El Atlético, el Banco, y el Olimpo.
La carta esta dirigida a Clara (la de la foto) la mamá de Teresa.



Querida Clarita, te preguntarás por qué te escribo hoy, si nos vimos hace un rato.
Claro, seguramente ya lo sospechás. Seguramente ya sabés que estando en esa sala del juzgado, de todas maneras no estabas.
Hoy compartimos con Mirta el recuerdo de aquel 8 de marzo del 77 en el que secuestraron a Teresa. Estábamos en los tribunales de Comodoro Py, donde después de tantas vueltas se está juzgando a 17 represores, a diecisiete de aquellas bestias que gobernaron como dioses los Campos clandestinos de detención de El Atlético, el Banco, y el Olimpo.
Nombres propios y rostros que durante años vimos en los afiches, en las paredes, cuando clamábamos para que se haga justicia. El turco Julián, Samuel Miara. Clavel. Y otros. Jefes de Policía. Milicos del batallón 601. Despreciables. Llegaron al juzgado con sus manos esposadas. Se sentaron.
Y ahí estaba Mirta, recordando a su hermana Teresa, y recordándote a vos, Clarita, y a tu compañero de toda la vida, Enrique. Todos buscando a Teresa. Y todos y todas buscando justicia.
Los jueces le preguntaron, vos lo viste seguramente, si iba a decir la verdad. ¡Qué broma! Tantos años reclamando verdad y justicia… ¿qué nos van a preguntar? Mirta dijo que sí, que lo juraba por los 30.000 y por Julio López, y por Luciano Arruga.
Cuánto esperaste este momento Clarita. Cuánto hiciste por abrir paso a la Justicia. Como animadora de la Comisión de Familiares de Presos y desaparecidos por razones políticas. Como militante de los derechos humanos. Como mamá de Teresa, la abogada de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, secuestrada aquel 8 de marzo del 77.
Contó Mirta que Ana María Careaga vio a Teresa en el Atlético. Contó que Teresa cantaba el principito. Contó pedacitos de historias que reconstruyeron quienes la vieron con vida en el campo de concentración. Y contó de esa Teresa que salía a cualquier hora a buscar a los presos, por las comisarías del barrio.
Qué decirte Clarita? Cuando partiste pensé que te llevabas el dolor de la injusticia que te tocó tan cerca, como para hacer de esa búsqueda toda tu vida. Dijo Mirta que la injusticia sigue, porque Teresa, sigue desaparecida.
Hoy, cuando nos vimos en el juicio, pensé que ahí andarías buscando la lista de todos los represores que todavía no fueron juzgados, los que quedaron fuera de estos juicios, los que zafaron por una u otra causa. Pero que de todas maneras, al ver a Mirta hablar fuerte y segura, al ver a los torturadores con sus manos esposadas, podrías respirar un poco mejor, podrías tener un descanso. No el descanso de quien cree que la justicia ya llegó. El descanso de quien sabe que la justicia es una obra cotidiana.
Y si no descansás, Clarita, porque nunca fue tu costumbre hacerlo, pienso que hoy estarás abrazando a Teresa en algún lugar de la memoria. Y que allí, en ese lugar desconocido, sabrás que su mirada clara, su palabra rebelde, hoy regresó en las palabras de Mirta, para seguir andando, como siempre, entre todos y entre todas las que luchan.
Nos vemos, que el juicio continúa… y la lucha por la justicia también.




Claudia Korol

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